Os traigo hoy una pequeña joyita editorial, una versión muy particular de "La isla del tesoro" de Robert Louis Stevenson, ilustrada en esta ocasión por Ralph Steadman. Lo publica Libros del Zorro Rojo, otra editorial que va a arruinarme, y su precio es de 29,90 euros. Otro motivo mas para pasar del ebook!
Publicada por capítulos en una revista juvenil entre 1881 y 1882, ‘La isla del tesoro’ se erige como un clásico entre los clásicos. Tesoros escondidos, piratas codiciosos, islas misteriosas enfrentan a un muchacho del paso de la adolescencia a la edad adulta. Una historia que tiene mucha culpa de que nos imaginemos a los piratas tal y como lo hacemos hoy en día. Y, aunque siempre se ha considerado una historia de aventuras juvenil, ‘La isla del tesoro’ es en realidad una historia violenta, tal y como refleja Steadman en sus dibujos y con estas palabras:
"No hay dechados de virtudes en esta novela. No hay lugar para la respetabilidad en un chirriante barco de madera tripulado por aventureros decididos a enriquecerse de golpe con un tesoro bañado en sangre, lo que los sitúa al mismo nivel que la chusma infame que lo guardó en una isla dejada de la mano de Dios. De hecho, los piratas que lo escondieron nos parecen más dignos de respeto que el que esta pandilla pudiera suscitar en una docena de relatos."Se trata de una edición que le confiere un matiz distinto a la historia,en ella destaca no solo la factura de libro objeto, de cuidada impresión y gran formato, sino sobre todo las ilustraciones del inglés Ralph Steadman, cuyo estilo sucio y descarnado encaja a la perfección con un relato lleno también de violencia y suciedad, no solo física sino también moral. Hay sangre y hay borrachos, y en medio de todo ello, el joven Jim Hawkins intenta escapar a su destino. Una edición especial para aquellos que quieran revivir las aventuras de Long John Silver y al propio Hawkins de una manera diferente. Acostumbrados a representaciones más clásicas de estos piratas, ahora tenemos ocasión de ver un punto de vista más caricaturizado, estridente, perturbador, con manchas de tinta, suciedad en el trazo y en el color, y ningún miedo por mostrar lo truculento o lo sangriento.
Por mi parte, sabéis que soy fan total y absoluta de Stevenson, y hace muchos (muchos) años que leí ‘La isla del tesoro’. Quizás sea hora de volver…
La Isla del Tesoro
Robert Louis Stevenson
«—Livesey —dijo el squire—, va a dejar inmediatamente de hacer sangrías y recetar curas para la gripe. Mañana salgo para Bristol. Dentro de tres semanas…, ¡qué digo tres semanas!…, de diez días…, tendremos el mejor barco, sí señor, y la mejor tripulación de Inglaterra. Hawkins viene de grumete y ¡qué grumete vas a ser, Hawkins! Usted, Livesey, médico de a bordo; yo seré almirante. Llevaremos con nosotros a Redruth, Joyce y Hunter. Tendremos vientos propicios, travesía rápida y ninguna dificultad para encontrar el lugar, y después dinero hasta hartarnos…, hasta revolcarnos en él…, hasta para despilfarrar durante toda la vida.
—Trelawney —dijo el doctor—, iré con usted, y le aseguro que también irá Jim, y tenga la absoluta convicción de que nos será de mucha ayuda. Sólo hay una persona a quien temo.
—¿Y quién es? —gritó el squire—. ¿Cómo se llama ese canalla?
—Usted —replicó el doctor—, porque no puede sujetar la lengua. No somos los únicos que sabemos de este documento.»
Robert Louis Stevenson
Ralph Steadman (Ilustraciones)
18 x 26,5 cm
312 pp
Cartoné con sobrecubiertas
ISBN: 978–84–92412–96–9
ISBN: 978–84–92412–96–9
«—Livesey —dijo el squire—, va a dejar inmediatamente de hacer sangrías y recetar curas para la gripe. Mañana salgo para Bristol. Dentro de tres semanas…, ¡qué digo tres semanas!…, de diez días…, tendremos el mejor barco, sí señor, y la mejor tripulación de Inglaterra. Hawkins viene de grumete y ¡qué grumete vas a ser, Hawkins! Usted, Livesey, médico de a bordo; yo seré almirante. Llevaremos con nosotros a Redruth, Joyce y Hunter. Tendremos vientos propicios, travesía rápida y ninguna dificultad para encontrar el lugar, y después dinero hasta hartarnos…, hasta revolcarnos en él…, hasta para despilfarrar durante toda la vida.
—Trelawney —dijo el doctor—, iré con usted, y le aseguro que también irá Jim, y tenga la absoluta convicción de que nos será de mucha ayuda. Sólo hay una persona a quien temo.
—¿Y quién es? —gritó el squire—. ¿Cómo se llama ese canalla?
—Usted —replicó el doctor—, porque no puede sujetar la lengua. No somos los únicos que sabemos de este documento.»
--Fragmento de "La isla del tesoro"--
La Isla del Tesoro es un relato oscuro. Oscuro por la conciencia de que al final del camino hay riquezas que van más allá de los sueños de la avaricia. Todos saben algo, intuyen un oscuro secreto, pero nadie lo sabe todo, excepto quizá Billy Bones, el viejo capitán que parece haber sobrevivido a una vida de pillaje, calumnias y codicia. Pero está a punto de morirse… y aunque se está a punto de morir, los que saben algo importunan su condenada alma.
Acentúan la sensación premonitoria los golpecitos del bastón de Pew el Ciego en la neblina arremolinada de un solitario páramo a la orilla del canal de Bristol. La amenaza de un peligro
inminente se torna claustrofóbica, se pega como un sudario húmedo. La amenaza de un marinero con una pata de palo y la siniestra visita de Perro Negro con la mano mutilada se acercan.
Sólo Jim Hawkins puede que sea inocente, pero incluso él se esfuerza demasiado en mantenerse imparcial y por encima de la lucha que desgarra a cada uno de los personajes de la historia, incluido él mismo. A todos, incluso a los respetados doctor Livesey y squire Trelawney les ciega una desmedida sed de oro.
No hay dechados de virtudes en esta novela. No hay lugar para la respetabilidad en un chirriante barco de madera tripulado por aventureros decididos a enriquecerse de golpe con un tesoro bañado en sangre, lo que los sitúa al mismo nivel que la chusma infame que lo guardó en una isla dejada de la mano de Dios. De hecho, los piratas que lo escondieron nos parecen más dignos de respeto que el que esta pandilla pudiera suscitar en una docena de relatos.
No he buscado, pues, la honorabilidad en los rostros de los personajes: son tan malos o tan buenos como cualquiera que se encuentre atrapado en la alocada rebatiña del dinero mal ganado, y esto hace tanto mejor el relato de Robert Louis Stevenson y su forma de contarlo… La caza de tesoros es un negocio desesperado.
La Isla del Tesoro es un relato oscuro. Oscuro por la conciencia de que al final del camino hay riquezas que van más allá de los sueños de la avaricia. Todos saben algo, intuyen un oscuro secreto, pero nadie lo sabe todo, excepto quizá Billy Bones, el viejo capitán que parece haber sobrevivido a una vida de pillaje, calumnias y codicia. Pero está a punto de morirse… y aunque se está a punto de morir, los que saben algo importunan su condenada alma.
Acentúan la sensación premonitoria los golpecitos del bastón de Pew el Ciego en la neblina arremolinada de un solitario páramo a la orilla del canal de Bristol. La amenaza de un peligro
inminente se torna claustrofóbica, se pega como un sudario húmedo. La amenaza de un marinero con una pata de palo y la siniestra visita de Perro Negro con la mano mutilada se acercan.
Sólo Jim Hawkins puede que sea inocente, pero incluso él se esfuerza demasiado en mantenerse imparcial y por encima de la lucha que desgarra a cada uno de los personajes de la historia, incluido él mismo. A todos, incluso a los respetados doctor Livesey y squire Trelawney les ciega una desmedida sed de oro.
No hay dechados de virtudes en esta novela. No hay lugar para la respetabilidad en un chirriante barco de madera tripulado por aventureros decididos a enriquecerse de golpe con un tesoro bañado en sangre, lo que los sitúa al mismo nivel que la chusma infame que lo guardó en una isla dejada de la mano de Dios. De hecho, los piratas que lo escondieron nos parecen más dignos de respeto que el que esta pandilla pudiera suscitar en una docena de relatos.
No he buscado, pues, la honorabilidad en los rostros de los personajes: son tan malos o tan buenos como cualquiera que se encuentre atrapado en la alocada rebatiña del dinero mal ganado, y esto hace tanto mejor el relato de Robert Louis Stevenson y su forma de contarlo… La caza de tesoros es un negocio desesperado.
Ralph Steadman, Prólogo, 1985.
«Leer La Isla del Tesoro es una de las formas de la felicidad.»
Jorge Luis Borges
«Leer La Isla del Tesoro es una de las formas de la felicidad.»
Jorge Luis Borges
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Ralph Steadman
Wallasey, Inglaterra, 1936
Dibujante y caricaturista, estudió artes y diseño en el East Ham Technical College y en el London College of Printing. Sus ilustraciones satíricas en el ámbito social y político le han valido el reconocimiento internacional. Su obra, apreciada por varias generaciones de artistas, ha sido publicada con gran éxito tanto en Europa como en Norteamérica. Sobre su personal manera de trabajar, declaró: «De joven iba a cambiar el mundo, pero el mundo empeoró, mi estilo se fue cargando de furia y empezaron a surgir manchas; como parecían muy naturales, estrellaba el pincel o la pluma contra el papel y conseguía maravillosos dibujos borrosos». Ha trabajado paraPunch, Private Eye, The Daily Telegraph, The New York Times, The Independent y Rolling Stone. Con el escritor norteamericano Hunter S. Thompson colaboró en el nacimiento del periodismo gonzo, cuya expresión máxima esFear and Loathing in Las Vegas, que él ilustró y Terry Gilliam llevó al cine. Como autor contó la vida del fundador del psicoanálisis en Sigmund Freud; la de Leonardo da Vinci en I Leonardo, ganador del W. H. Smith Illustration Award; y la historia de Dios en The Big I Am. Ha realizado inspiradas etiquetas de cervezas y de vinos, y durante años recorrió el mundo visitando bodegas y viñedos; de esa experiencia nacieron The Grapes of Ralph y Still Life With Bottle. También ha ilustrado Fahrenheit 451, de Ray Bradbury; The Milldenhall Treasure, de Roal Dahl; The Devil’s Dictionary, de Ambrose Bierce; Treasure Island, de Robert Louis Stevenson, y Alice in Wonderland, de Lewis Carroll, por el que recibió el Francis Williams Book Illustration Award y el American Society of Illustrators’ Certificate of Merit. En Francia obtuvo el Black Humour Award, en Holanda el Silver Paintbrush Award y la BBC premió sus ilustraciones de sellos postales. En 1979 fue elegido por AIGA (American Institute of Graphic Arts) como el Ilustrador del Año. Steadman ha experimentado en el campo de la animación y la literatura infantil con obras como el célebre álbum Punto.com. Reside en Kent, por cuya Universidad es doctor honoris causa.
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Aquí dejo algunas fotos para que podáis ver con vuestros ojos la deliciosa edición -Otro motivo mas para pasar del ebook!- ;)
Fuentes:
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