Fragmentos extraidos del prologo de Blanca Andreu para la edición de “Kim” en -Ediciones del viento- 2006
«...a mi modo de ver, que "Kim" sea una novela de espionaje es un asunto lateral del mismo modo que lo es que se trate de una novela picaresca, una obra costumbrista, una novela de viajes, una novela de arquetipos o una novela iniciática, ya que como toda gran obra de arte permite numerosas lecturas e interpretaciones diversas. Lo que la acredita para mí como tal obra de arte no es sólo la belleza de su historia, sino su brillantísima escritura, aguda, llena de hallazgos, de frases perfectas, certeras, jugosas, fuertes, plenas de color y de vigor, capaces de dotar de una vida incuestionable no sólo a los maravillosos personajes sino los lugares y el paisaje de la India.»
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« En cierta ocasión, Juan Benet encontró en un libro sobre la Segunda Guerra Mundial una anécdota sobre Kipling, que me mostró. En ella se contaba que un soldado francés salvó su vida por llevar un ejemplar de “Kim” en el bolsillo superior izquierdo de su uniforme. El volumen, pequeño y grueso, que supongo de tapa dura, detuvo la bala a la altura del corazón.
No sé por qué, me figuro que si en vez de “Kim” se hubiera tratado de “Los cantos de Maldoror” o la “Justine” de Sade, el proyectil habría atravesado el papel y habría llegado al órgano a donde se dirigía. Tal vez lo considero así porque creo que el espíritu que un día inspiró el nacimiento de un libro continúa animándolo siempre. A mi modo de ver, en el caso de “Kim” se trata de un espíritu similar al de la Sabiduría según Salomón: inteligente, sutil, inmaculado, amante del bien, amigo del hombre, bienhechor.
El espíritu de “Kim” acaso vengó de ese modo lo que la Primera Guerra Mundial le había hecho a su autor a finales de 1915: devorar a su hijo, John Kipling, en la batalla de Loos. »
Blanca Andreu.
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