DESDE MI DIQUE:
NOTICIA
”AGENCIAS.
Llamar «zorra» a la esposa no constituye menosprecio o insulto si quien utiliza este término lo hace «para describir a un animal que debe actuar con especial precaución», según dice la Audiencia Provincial en la sentencia que revoca la condena de un hombre por un delito de amenazas y que es firme al no caber contra ello ningún tipo de recurso.
Dicha sentencia, de la que es ponente el juez Juan del Olmo, indica que el Juzgado de lo Penal número 2 de Cartagena condenó al acusado a la pena de un año de prisión por un delito continuado de amenazas en el ámbito familiar al considerar probado que a través de unas llamadas telefónicas hechas al hijo común llegó a decir que «como la justicia no hacía nada se la iba a tomar por su mano, que la vería en el cementerio, en una caja de pino y que saldría por la televisión» y juró esto «por el sol».
La Audiencia Provincial de Murcia no aprecia en los hechos probados que en el comportamiento del denunciado hubiera una situación de dominación sobre su mujer, por lo que lo condena a la pena de ocho días de localización permanente por una falta de amenazas leves.”
Dicha sentencia, de la que es ponente el juez Juan del Olmo, indica que el Juzgado de lo Penal número 2 de Cartagena condenó al acusado a la pena de un año de prisión por un delito continuado de amenazas en el ámbito familiar al considerar probado que a través de unas llamadas telefónicas hechas al hijo común llegó a decir que «como la justicia no hacía nada se la iba a tomar por su mano, que la vería en el cementerio, en una caja de pino y que saldría por la televisión» y juró esto «por el sol».
La Audiencia Provincial de Murcia no aprecia en los hechos probados que en el comportamiento del denunciado hubiera una situación de dominación sobre su mujer, por lo que lo condena a la pena de ocho días de localización permanente por una falta de amenazas leves.”
Bueno amigos, ésta es la noticia tal y como ha sido escrita en los medios de comunicación y no he podido hacer menos que comentarla.
A este pedazo de juez cabrón, visto cabrón como macho maduro de un espécimen magnífico de animal, no como insulto, parece que le encantan los matices semánticos.
Tengo ya unos añitos, y nunca he visto ni he oído llamar a una mujer “Zorra”, referida la palabra a su astucia o a la especial precaución que posee. Nunca. Pero será que mi ignorancia es muchísimo mayor que la de este magistrado puerco espín, visto desde lo punzante de sus sentencias, no como puerco. Supongo que la clarividencia que expone al impartir justicia esta mosca cojonera, visto desde la coincidencia de color entre la toga y el insecto, nunca desde el punto de vista de tocar los cojones a la mayoría de la sociedad silenciosa, es fruto de años de experiencia y sabiduría acumulada.
Vengo de una tierra donde se llama “hijoputa” al mejor de tus compadres, sin ningún ánimo de ofensa, sino cariñosamente, así que hay que entender que este espécimen de topo, visto desde el punto de vista de su laborioso trabajo, nunca por su ceguera, haya entendido que una palabra como “zorra” nunca fue lanzada para herir, avasallar, amenazar, menospreciar o vejar. Parecemos cenutrios.
Un perro de este calibre, desde el punto de vista de la enconada fidelidad que profesa a la justicia, nunca pensando en el animal rabioso que muerde y huye con el rabo entre las patas, debe ser un ejemplo para nosotros por su imparcialidad y su esfuerzo en hacer más seguro este mundo.
Alabemos pues a este “ortojuez”, desde el punto de vista del prefijo orto (cualidad de recto, directo, correcto…), nunca visto como lo ven los argentinos, y disfrutemos de su estancia entre nosotros para que nos indique el camino hacia la verdad.
Disfrutemos de esta magnífica colección multicolor de sentencias que nos regala este juez que como polla, refiriéndome al ave de plumas oscuras, pico rojo, y patas verdes, nunca al vulgar pene, nos alegra la existencia como un arco iris preñado de matices.
Y si alguna vez nos pareciera que la persona es idiota, visto como que molesta por su inoportunidad o indiscreción, nunca por su falta de inteligencia, seamos comprensivos. Por su trabajo ha estado en contacto con los peores engendros de la sociedad, y en su afán de corregirlos y reinsertarlos a la sociedad, pudiera ser que tuviera que hacer de “zorra” de alguno de ellos, siempre visto desde el punto de vista del animal que actúa con especial precaución, nunca visto como entregar algo a cambio de servicios sexuales. Aunque en mi fuero interno, preferiría que hubiera recibido lo segundo.
Enrique Luna
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