Kipling, Joseph Rudyard (1865-1936).
Poeta y narrador británico nacido en Bombay (India) el 30 de diciembre de 1865 y fallecido en Londres el 18 de enero de 1936. Autor de una interesante producción poética en la que exalta la libertad individual y la capacidad creativa del ser humano, es fundamentalmente recordado en la actualidad por sus espléndidas prosas de ficción, en las que indaga en las complejas relaciones entre el individuo y la sociedad, y postula la necesidad de otorgar primacía a unas leyes morales que controlen los impulsos primarios del hombre. Fiel defensor, a lo largo de toda su obra, del colonialismo británico (desde la perspectiva pseudodarwiniana de que es necesario -e, incluso, obligatorio- extender la cultura de una nación "superior" a otros pueblos "inferiores" o más atrasados), fue el primer ciudadano de dicha nacionalidad que recibió el Premio Nobel de Literatura, que le fue entregado por la Academia Sueca en 1907 "en reconocimiento de la capacidad de observación, originalidad imaginativa, virilidad de ideas y memorable talento para la narración que caracteriza toda la producción literaria de este autor mundialmente conocido".VIDA
Nacido en el seno de una familia en la que se respiraba una densa atmósfera artística e intelectual -su padre, el pintor John Lockwood Kipling, era un especialista en artesanía india que ejercía como director de la escuela artística de Lahore, cuyo Museo pronto pasó a dirigir-, recibió desde niño una esmerada formación escolar, iniciada en Southsea (Inglaterra), adonde el pequeño Joseph Rudyard fue enviado con tan sólo seis años de edad (1871). Durante este período de su infancia, el futuro escritor se alojó en casa de una pariente de avanzada edad, aislado en una densa soledad que le dejó un turbio recuerdo, como después se encargó de reflejar en un célebre relato titulado "Baa, baa, black seep" ("Bee, bee, oveja negra"), recogido en el volumen de cuentos Wee Willie Winkie... (1888); en esta narración breve, Kipling satirizó algunos aspectos de la vida escolar, pero mostró su admiración por la tradición educativa británica. Este respeto por las severas normas de conducta de los internados ingleses volvió a queda manifiesto en los relatos de su colección titulada Stalky & Co. (Stalky y compañía, 1899), en los que Kipling rememoró su paso, ya en plena pubertad (1878-1881), por el United Services College de Westward Ho (sito en el condado de Devonshire), una institución académica para hijos de militares y funcionarios al servicio de la Corona británica, en donde el rigor y la aspereza de los maestros pretendían inculcar en los educandos los rígidos principios de la moral victoriana.Al margen de la experiencia personal (que el escritor británico recordó con agrado en su edad adulta, a pesar de la severidad y la soledad que le envolvieron), Joseph Rudyard Kipling mostró en esta etapa de su formación unas excedentes dotes para el estudio, pronto orientadas hacia el conocimiento de las disciplinas humanísticas. En 1882, cuando aún no había cumplido los diecisiete años de edad, regresó a Lahore en calidad de subdirector de Civil and Military Gazetta, publicación en la que ya era conocido por su precocidad literaria, plasmada en unos poemas primerizos que habían visto la luz en territorio inglés bajo el título de Schoolboy Lyrica (Lírica de un escolar). Pero fue su retorno a la India lo que le impulsó definitivamente hacia la creación literaria, después de haber vuelto a experimentar las relaciones entre los occidentales y la población indígena, de haberse reafirmado en su idea positiva acerca de la "función civilizadora" del pueblo británico, y de haber vuelto a tomar conciencia histórica de la riqueza cultural de su lugar de origen (pero no desde la perspectiva exótica y colorista del visitante eventual, sino como parte integrante de esa tradición milenaria a la que, a pesar de su nacionalidad británica, pertenecía desde el mismo instante de su nacimiento). Estas ideas, que habrían de constituir el principal núcleo temático de su producción literaria, comenzaron a manifestarse en los poemas de Departrnental Ditties (Cantinelas departamentales, 1886), su primer libro significativo, compuesto por una serie de vigorosos apuntes que, al tiempo que reflejaban entre burlas y veras la forma de vida cotidiana que el joven Kipling descubría a su alrededor, mostraban su admiración por los logros sociales y culturales impuestos por la dominación británica.
Idéntico valor anecdótico e ideológico presentaban sus dos siguientes publicaciones, sendas recopilaciones de relatos que, publicadas bajo los títulos de Soldiers Three (Tres soldados, 1887) y Plain Tales from the Hills (Cuentos sencillos de las colinas, 1887), le otorgaron ya un merecido prestigio literario, basado sobre todo en su singular capacidad para la descripción de costumbres, anécdotas, paisajes y figuras humanas. Inmerso, ya por aquel entonces, en una febril dinámica creativa, tras siete años trabajando como periodista en la India regresó a Inglaterra y se afincó en Londres, donde empezó a adquirir popularidad por su novela semi-autobiográfica The Light that Failed (La luz que se extingue, de 1890, también traducida al castellano bajo el epígrafe de En tinieblas), su volumen de relatos Life's Handicap (Obstáculos de la vida, 1891), y, sobre todo, por su poemario titulado Barrack-Room Ballads (Baladas de sala de cuartel, 1892), una espléndida colección de textos líricos que constituyeron una radical novedad dentro de la poesía inglesa del momento, pues hasta entonces nadie se había inspirado en el ejército nacional para entonar un canto a la libertad.
John Lockwood Kipling & Son, Rudyard |
Capitanes Intrepidos |
Había, entretanto, establecido relaciones de amistad y complicidad ideológica con algunos políticos conservadores como el futuro presidente estadounidense Theodore Roosevet, quien admiraba su vehemente defensa del imperialismo occidental, plasmada por aquellos años en dos odas de declarada inspiración político-ideológica: "Recessional" (1897), que festejaba el sexagésimo aniversario de la reina Victoria, y "The White Man's Burden" ("La carga del hombre blanco", 1899), en la que Kipling, ya asumida su condición pública de "Profeta del Imperialismo", instaba a los Estados Unidos a emprender misiones de ayuda y fomento del desarrollo en los países subdesarrollados.
A comienzos del nuevo siglo, Kipling dio a la imprenta la que tal vez sea su mejor novela, Kim (1901), en la que abordaba con excelente pulso narrativo el conflicto entre los valores religiosos de las antiguas culturas asiáticas y el racionalismo occidental. Un año después, Kipling adquirió una casa rural en una remota aldea del antiguo reino sajón de Sussex, y se estableció allí con la intención de consagrarse únicamente a la escritura, mientras relegaba en su esposa la gestión de todos sus papeles (labor ciertamente ardua, habida cuenta de los substanciosos beneficios que venía obteniendo, desde hacía varios años, de la venta masiva de sus obras).
El mismo año en que fijó su residencia en la aldea de Sussex, Kipling sorprendió gratamente a críticos y lectores con las prosas breves y fantasiosas de Just so stories (Precisamente así, 1902) -un lírico homenaje, no exento de cierto sarcasmo, al paraíso perdido de la infancia-, y continuó luego cultivando con ventajosa madurez la narrativa breve, género al que aportó otros títulos tan brillantes como Traffics and Discoveries (Circulación y descubrimientos, 1904), Puck in Pook's hill (Puck de la colina de Pook, 1906) -notable incursión en los temas y ambientes de la tradición medieval-, Actions and Reactions (Acciones y reacciones, 1909), Rewarsd and Fairies (Recompensas y hadas, 1910) -continuación de Puck in Pook's hill- Debits and Credits (Deudas y créditos, 1926), y Limits and Renewals (Límites y renovaciones, 1932). Voluntariamente alejado del bullicio editorial londinense, vivió con holgura del producto de la venta de sus libros, tanto más difundidos por todo el mundo cuanto mayor era -paradójicamente- el aislamiento intelectual de su autor, escasamente apreciado en los círculos culturales progresistas de Europa y América. Continuó manteniendo algunos contactos -aunque cada vez más espaciados, pues era evidente su desencanto de la vida pública- con políticos conservadores partidarios, como él, del dominio imperialista; pero, feliz y acomodado en su refugio, rechazó sistemáticamente todos los honores y homenajes a los que era convocado, hasta que la decisión de la Academia Sueca de otorgarle el Premio Nobel -muy criticada por la intelectualidad progresista de todo el mundo- le forzó a salir de su retiro rural durante un breve período de tiempo.
El estallido de la Primera Guerra Mundial vino a sacarle, en parte, de este aislamiento, pero por circunstancias dramáticas, pues en ella perdió a uno de sus hijos. En 1915, la dirección del prestigioso rotativo norteamericano Los Angeles Times, consciente del interés que despertaban las noticias de una guerra que, por aquel entonces, parecía sólo una contienda europea ajena a los intereses estadounidenses, consiguió contratar a Kipling como corresponsal encargado de informar a los americanos del conflicto en el Viejo Continente. Esta fue una de las últimas reapariciones de Kipling en el panorama social y cultural de su tiempo, pues, al término de la guerra, las nuevas tendencias vanguardistas que se difundieron velozmente por Europa y parte de América pusieron énfasis en el desfase estético e ideológico de su producción literaria (que, pese a ello, seguía gozando del favor popular). Totalmente alejado de los derroteros artísticos e intelectuales que triunfaron en las décadas de los años veinte y treinta, perdió la vida en Londres a comienzos de 1936, mientras se hallaba redactando unas memorias que pensaba dar a la imprenta bajo el título de Algo de mí mismo (y que, inconclusas, permanecieron inéditas hasta finales del siglo XX). Cinco años después, el genial poeta y crítico anglo-americano Thomas Stearns Eliot reivindicó, ante el asombro de críticos, lectores y editores, los indudables aciertos de su producción poética, cuando ya desde 1937, merced a la primera versión cinematográfica de una de sus obras -Capitanes intrépidos, rodada por el cineasta estadounidense Victor Fleming-, su prosa de ficción volvía al recobrar el enorme predicamento de que había gozado antes de la irrupción de las vanguardias.
Muerte y legado
Finalmente, a consecuencia a una hemorragia interna, Joseph Rudyard Kipling muere, el 18 de enero de 1936, dejando un enorme legado de cinco novelas, más de 250 historias cortas y 800 páginas de versos. Considerado como «El escritor del Imperio», título que siempre lo halagó, y que lo acompañó incondicionalmente en sus últimos días de vida, quizás los ingleses nunca habrían sabido tanto sobre la vida colonial si este escritor no se hubiese inmiscuido un poco más en la vida de la considerada «una colonia más» del creciente imperio Británico.
"Poet´s corner" |
OBRA
Poesía
La producción poética de Rudyard Kipling, de gran popularidad entre los lectores anglo-parlantes hasta después de la Primera Guerra Mundial, alcanzó su primer gran éxito notable a raíz de la aparición de Barrack-Room Balads (Baladas de sala de cuartel, 1892), una colección de composiciones líricas en las que, por vez primera en la poesía británica, se pretendía indagar en el sentido ético y político del dominio inglés en la India, al paso que se intentaba enfocar esta presencia colonial desde una perspectiva abierta hacia la libertad, la creatividad y el desarrollo humano. Otros poemarios de Kipling siguieron cautivando a los lectores ingleses hasta que los nuevos gustos literarios impuestos por las innovaciones rupturistas de la Vanguardia arrumbaron una poesía ya ciertamente desfasada; pero, a comienzos de los años cuarenta, el celo crítico del ya mencionado T. S. Eliot "redescubrió" al poeta nacido en Bombay y reivindicó los indudables logros estéticos alcanzados por algunos cancioneros suyos como The seven seas (Los siete mares, 1896). Entre estos méritos, el poeta y crítico anglo-americano subrayó el poderoso ritmo de la poesía de Kipling -deudor, en buena medida, de las marcadas cadencias de los himnos metodistas que había repetido hasta la saciedad durante su severa escolarización-; la maestría en el dominio métrico de la balada y, desde luego, la sinceridad mostrada por el poeta a la hora de plasmar en sus versos su visión particular de los argumentos poetizados, sinceridad que exasperó -como ya se ha apuntado más arriba- al sector más tradicionalista de la crítica inglesa de su tiempo, y que, aunque contó con la admiración de la mayor parte de los lectores, indignó también a algunos personajes relevantes de la vida pública británica -entre ellos, la reina Victoria, quien se sintió aludida en un poemario menor de Kipling, The Widow at Windsor (La viuda de Windsor).Hay, además, en la poesía de Kipling, al lado de esa interpretación positiva de un fenómeno social, político, económico y cultura como es el imperialismo, una entusiasta exaltación de la energía individual, de la capacidad intrínseca del ser humano para lograr, desde su propia superación, unas mejoras que redunden en la armonía de la vida colectiva. Ello queda bien patente en uno de sus poemas más célebres, titulado "If" ("Si") y dedicado a su hijo.
Obra en prosa
El libro de la selva (1894) y El segundo libro de la selva (1895)
Después de haber ofrecido ya una amplia muestra de su habilidad como prosista en sus colecciones de relatos, y tras la publicación de una mediocre novela de vaga inspiración autobiográfica -The Light that Failed (La luz que se extingue, 1890)-, Rudyard Kipling se lanzó de lleno al ámbito genérico de la fábula para abordar algunas de sus inquietudes permanentes, como la relación del individuo con el medio social que le rodea y la necesidad de hallar siempre, desde los fundamentos de la ética, unas leyes morales que regulen los instintos naturales del hombre. The jungle book (El libro de la selva, 1894) y The second jungle book (1895) -reunidos, según criterios editoriales posteriores, bajo el título de El libro de las tierras vírgenes- narran las diversas peripecias por las que atraviesa Mowgli, un muchacho criado desde su nacimiento por una loba, y cuyo único hábitat es la jungla India, en la que va completando un arduo proceso de aprendizaje rodeado por los animales que, a su lado, protagonizan las numerosas historias ensartadas por Kipling en este sencillo hilo conductor. La formación "humana" de Mowgli queda, así, dirigida por los ejemplos que le brindan el malhumorado -pero siempre mesurado y juicioso- oso Baloo, la pantera negra Bagheera -que simboliza esa capacidad de esfuerzo, riesgo y aventura tan cara a la visión idealista que albergaba Kipling acerca del hombre-, y, entre otros seres irracionales (aunque aquí muy reflexivos y sesudos), la serpiente Kaa, una pitón blanca que encarna, en su sabiduría, la tradición místico-cultural de la India ancestral. Frente a ellos se extiende la amenaza constante del tigre Shere Khan, representante de la maldad y la destrucción de los valores solidarios que conforman lo que podría denominarse "la ley de la jungla", y a la postre vencido y humillado por el joven Mowgli, quien culmina así su esforzado proceso de aprendizaje.Más allá de las exigencias formales y temáticas de la fábula, y del aparente tono didáctico-moral propio de una obra dirigida a los jóvenes lectores, El libro de las tierras vírgenes pone de manifiesto una de las obsesiones fundamentales en la ideología de Kipling: la necesidad de crear y mantener unas estructuras sociales y jurídicas que, amparadas en un orden moral, constituyen la base inamovible de la sociedad e impiden que ésta se precipite hacia su disolución. En toda la obra de Kipling -y, desde luego, en lo más profundo de su pensamiento-, la acción social del ser humano sólo cobra sentido en la medida en que se emplea en la creación y la conservación de esos códigos, reglas y estructuras que hacen posible la convivencia. De ahí su permanente fascinación por cualquier colectivo humano -e, incluso, animal, como ocurre en el Libro de la selva- que, como el ejército o la escuela, se sostienen por lazos de lealtad, solidaridad y obediencia a las jerarquías; y de ahí también que su idílica visión de la jungla sea, tras el trasfondo amable de la fábula, una metáfora de esa armonía social en la que debe imperar siempre el juicio de Baloo, la audacia de Bagheera y la sabiduría de Kaa, por encima de los afanes destructivos de Shere Khan.
Kim (1901)
También como una novela de aprendizaje y aventuras puede leerse otra obra maestra de Rudyard Kipling, Kim (1901), aunque en su fondo subyace un nivel más denso que habla de las ventajas del sincretismo cultural y racial, de la búsqueda de la paz y la verdad como caminos seguros hacia la armonía universal y, por ende, hacia el encuentro con el Ser Supremo. Kimball O'Hara, llamado por todos "Kim", es un muchacho huérfano desde su temprana infancia, hijo de un sargento irlandés y una ciudadana inglesa que residían en la India. En su desamparo, ha perdido cualquier reminiscencia de la cultura occidental de sus mayores: vive en Lahore como un indígena más, piensa como ellos y utiliza sólo su idioma (el indostaní). En dicha ciudad se topa con Teshoo, antiguo lama del Monasterio de Such-Zen, quien, ya liberado de los caprichosos vaivenes de la Rueda de la Fortuna -es decir, de las ambiciones de la vida mundana-, ha partido en busca del Río de la Flecha, cuyas aguas purificadoras consiguen que quien se bañe en ellas pierda todo residuo de pecado. El sacerdote budista -auténtico guía en el proceso de aprendizaje del joven Kim- es portador de un mensaje que le confió Mahabud-Ali, un tratante de caballos que trabajó para el Servicio Secreto Británico en la India. Kim acompaña al santón en la búsqueda del río purificador, y en el transcurso de su peregrinación ambos se topan con el regimiento en el que había prestado servicio su progenitor. Al ser reconocido como un ciudadano inglés, Kim se ve forzado a asumir sus deberes de occidental: abandona al santón, asiste a la escuela y acaba siendo destinado al Servicio Secreto. Pasa así a formar parte de "The Great Game" ("El Gran Juego"), como se conoce a la organización de espías al servicio de la corona británica, y, en el transcurso de varias misiones que lleva a cabo con gran derroche de esfuerzo y valentía, alcanza a comprender -desde la óptica imperialista de Kipling, claro está- la auténtica importancia del dominio colonial. Finalmente, se reencuentra con su viejo maestro y le acompaña en su camino de vuelta a la montaña.Al trasluz del argumento desgranado en Kim, Rudyard Kipling aparece no como ese mero defensor del imperialismo que, según sus detractores, asumió el papel "oficioso" de cantor de la pax britannica impuesta por el Reino Unido a los ciudadanos de sus territorios coloniales, sino más bien como un moralista plenamente convencido, en su fuero interno, de la necesidad de extender un desarrollo sobre aquellas zonas secularmente desfavorecidas. Consciente, en el fondo, de que el imperialismo británico camina a pasos agigantados hacia su decadencia y desaparición, no se limita a enaltecer sus valores y a proclamar la necesidad de su conservación, sino que intenta demostrar que la "superioridad" de las instituciones occidentales es el único garante de una sociedad basada unos códigos éticos y morales que, a su vez, hacen posible el desarrollo. En este sentido, resulta muy significativa su sincera creencia en que no todos están capacitados para gobernar, y en que los que los están tiene la obligación de hacerlo.
CURIOSIDADES SOBRE EL AUTOR:
La sauvástica
Se ha dicho que muchas de las más viejas ediciones de los libros de Rudyard Kipling tienen una sauvástica 卍 impresa sobre sus cubiertas asociadas con una imagen del dios con cabeza de elefante hindú, Ganesha, pero se ha desestimado la posibilidad de que Kipling fuera simpatizante del movimiento nazi que utilizaba la esvástica 卐 o cruz gamada (por la letra griega gamma Γ) cuyos brazos están doblados en sentido horario. Kipling empleaba la sauvástica basado en el significado indio antiguo de buena suerte y bienestar. Con los brazos en sentido anti horario, la cruz se denomina sauvástica y no esvástica.
Incluso antes de que los nazis subieran al poder, Kipling ordenó al grabador quitarlo del bloque de impresión para evitar que pensasen que él los apoyaba. A menos de un año antes de su muerte Kipling dio un discurso (titulado «Una isla indefensa») a la Real Sociedad de San Jorge, el 6 de mayo de 1935 advirtiendo del peligro de la Alemania nazi sobre Gran Bretaña.
I Guerra Mundial
En los inicios de la primera década del siglo XX, Kipling alertó, primero a su rey, Jorge V, y después a las otras naciones, que se acercaba una gran guerra, y que afectaría a todo el mundo, por lo que había que preparar los ejércitos y estar alerta. Su vaticinio, aunque no era errado, no fue entendido, y sólo fue tomado como una sobreexaltación del patriotismo que caracterizaba a Kipling.
Pero la Primera Guerra Mundial estalló, y su único hijo varón, John Kipling, tuvo que alistarse en el ejército. John murió a los 18 años, en la primera batalla en la que tomó parte, la Batalla de Loos, en el frente Occidental. La familia estaba consternada, no podían creer que ya habían sepultado a dos de sus tres hijos. Desde la muerte de John, y hasta su propia muerte, Rudyard comienza a desarrollar una úlcera gástrica. Con la rabia en la sangre por la pérdida de su hijo, publica artículos de guerra, recolectados en dos pequeños textos bajo los nombres de El nuevo ejército en formación (The New Army in Training) y Francia en guerra (France at War). Estos textos fueron censurados, por el contenido irónico en contra de los estrategias militares de la Triple Entente.
En el año 1917, y con la muerte de su hijo todavía en la cabeza, se une a la War Graves Commission, comisión establecida en 1917, que se encargaba de tramitar la llegada de cadáveres de los combatientes, de enterrarlos con todos los honores correspondientes y de mantener las tumbas en lo sucesivo. En esta labor conoce personalmente y se hace muy amigo del rey de Gran Bretaña, Jorge V. El mismo año publica Una diversidad de criaturas (A Diversity of Creatures), una colección de historias escritas antes del inicio de la guerra y dos historias del año 1915; una de ellas, Mary Postgate, considerado también como uno de los mejores cuentos de Kipling.
Entre 1919 y 1930 sigue publicando historias y cuentos, la mayoría con temas de la Primera Guerra Mundial, como la recopilación Thy Servant a Dog, una creativa serie de cuentos que consistía en la vida de una familia campestre inglesa, vista desde el punto de vista de los perros de la familia. Este es el último trabajo creativo de Kipling, ya que su última publicación, Limits and Renewals, es una especie de documento incriminatorio contra algunos escritores.
Lugares nombrados en su honor
Hay tres ciudades en los Estados Unidos, y una en Canadá, que recibieron sus nombres en honor a Rudyard Kipling: cuando se estaba construyendo un ferrocarril a lo largo de la orilla norte del Lago Míchigan, el director administrativo (un admirador de Kipling) preguntó si dos ciudades podían ser llamadas así en su honor; de ahí los nombres de las ciudades Rudyard y Kipling. También hay una ciudad llamada Rudyard, en Montana. Durante la primera década del siglo XX, cuando Kipling estaba en la cima de su popularidad, una ciudad en Saskatchewan, recibió el nombre del Poeta del Imperio. Pero sólo mantuvo este nombre temporalmente, pues más tarde le fue cambiado el nombre a «Kipling» porque otro distrito ya tenía el nombre de Rudyard. El letrero de bienvenida ubicado en la entrada de la ciudad, representa un pergamino y una pluma en la cual se encuentra escrito «Kipling», para simbolizar su carrera de escritor. En la ciudad viven aproximadamente 1000 residentes, y tiene un complejo residencial de jubilados que lleva el nombre de Rudyard Manor.The seven seas (Los siete mares, 1896)
El término "Los siete mares" puede encontrarse frecuentemente en la literatura antigua de Asia y Europa, sin que se indique etimología alguna. En la mayoría de los casos los siete mares incluía mares míticos, ríos e inclusive lagunas.
El concepto, sin embargo, no se popularizó hasta después que Rudyard Kipling publicó su libro de poemas "The Seven Seas" en 1896. Kipling consideraba el nombre como un referente figurativo de todas las aguas de mundo.
Durante toda su vida, Rudyard Kipling había rechazado todas las condecoraciones que merecidamente había ganado, como la Orden a Caballero (que lo nombraría como Sir Rudyard Kipling), o la Orden al Mérito, que es el mayor honor que se le puede entregar a cualquier súbdito inglés. Otro galardón rechazado por Kipling fue el Poet Laureateship (Premio Nacional de Poesía).
Pero en 1907 aceptó, gustosamente, la máxima recompensa que se le puede entregar a un escritor: el Premio Nobel de Literatura, pese al repudio de algunos liberales ingleses, que tenían puestas sus esperanzas en que el premio recayera en escritores como Thomas Hardy, George Meredith, o Algernon Swinburne. Pese a las discrepancias inglesas, la Academia Sueca nunca dudó que el premio de ese año quedaba en las mejores manos, como queda de manifiesto en el discurso pronunciado por el secretario general de dicha academia:
Reconocimientos rechazados y el Nobel
Durante toda su vida, Rudyard Kipling había rechazado todas las condecoraciones que merecidamente había ganado, como la Orden a Caballero (que lo nombraría como Sir Rudyard Kipling), o la Orden al Mérito, que es el mayor honor que se le puede entregar a cualquier súbdito inglés. Otro galardón rechazado por Kipling fue el Poet Laureateship (Premio Nacional de Poesía).
Pero en 1907 aceptó, gustosamente, la máxima recompensa que se le puede entregar a un escritor: el Premio Nobel de Literatura, pese al repudio de algunos liberales ingleses, que tenían puestas sus esperanzas en que el premio recayera en escritores como Thomas Hardy, George Meredith, o Algernon Swinburne. Pese a las discrepancias inglesas, la Academia Sueca nunca dudó que el premio de ese año quedaba en las mejores manos, como queda de manifiesto en el discurso pronunciado por el secretario general de dicha academia:
"La Academia Sueca, al otorgar el Premio Nobel de Literatura este año a Rudyard Kipling, desea rendir homenaje a la literatura de Inglaterra, tan rica en glorias poéticas, y al mayor genio en el reino de la narrativa que ese país ha producido en nuestros tiempos."
Adaptaciones cinematográficas
- Captains Corageous, Victor Fleming, 1937 (título español: Capitanes intrépidos). Protagonizada por la estrella infantil Freddie Bartolomew y Spencer Tracy, supuso un Óscar para este último, por su caracterización de Manuel, un pescador portugués.
- Gunga Din, basada en el poema del mismo nombre, película producida en 1939.
- Jungle Book de 1942, dirigida por Zoltan Korda, producida por Alexander Korda con una duración de 108 minutos basada en el primer Libro de la selva escrito por Rudyard Kipling.
- La novela Kim ha sido llevada a la pantalla en dos ocasiones, la primera en Kim de la India 1950 bajo la dirección de Victor Saville, con Errol Flynn entre los actores; y la siguiente adaptación fue la de John Davies, Kim, en 1984, con Peter O'Toole.
- El libro de la selva de 1967, película de dibujos animados basada en el cuento del mismo nombre, producida por Walt Disney y dirigida por Wolfgang Reitherman, con una duración de 78 minutos.
- The Man Who Would Be King de 1975, en español El hombre que pudo reinar. Una película basada en una de las historias de Kipling con el mismo nombre, dirigida por John Huston y con una duración de 129 minutos. Obtuvo cuatro nominaciones a los Premios Óscar.
- Disney's Rudyard Kipling's The Jungle Book 1994, Basada en el Libro de la Selva, fue dirigida por Stephen Sommers y producida por Edward S. Feldman y Raju Patel. Distribuida por Walt Disney Pictures. Por otra parte. La película The Jungle Book 2 es la secuela de la película The Jungle Book de 1967, pero no está basada en la obra de Kipling.
- My boy Jack, 2006, con el mismo nombre puesto en el libro de Kipling protagonizada por Daniel Radcliffe.
- They basada en la historia corta Traffics and Discoveries protagonizada por Patrick Bergin y Vanessa Redgrave.
Agradecimientos a las fuentes:
Gracias por la aportación David. Se lo difícil que es la recopilación de datos, y sobretodo cuando se tiene poco tiempo.
ResponderEliminarComo siempre, al pie del cañón.
No hay de qué, si sirve para documentar y aportar algo de contexto para la próxima reunión, se dará por tiempo bien empleado!
ResponderEliminarUn abrazo.