martes, 26 de junio de 2012

CITAS LITERARIAS - BÍAS DE PRIENE

Omnia mea mecum porto
-Llevo todas mis cosas conmigo-
Cicerón, Paradoxa stoicorum, 1.1.8


Cicerón Valerio Máximo relatan la siguiente anécdota sobre Bías de Priene, filósofo del siglo VI a. C. además de distinguido legislador y orador, uno de los legendarios siete sabios de Grecia:

-   Los enemigos habían tomado Priene, su patria, en Caria (Asia Menor) y todos sus habitantes se disponían a abandonar la ciudad por el asedio al que los tenía sometidos el persa Ciro y se llevaban cuantos objetos de valor poseían, un ciudadano le preguntó a Bías si no hacía sus preparativos para la marcha. El sabio le contestó: «Llevo conmigo todas mis cosas" (Omnia mea mecum porto), dando a entender con ello que los bienes más preciados para él eran su sabiduría y el tesoro de sus pensamientos. -

Séneca  (Epístolas morales 9.18-19) atribuye la misma anécdota al filósofo griego Estilpón. El fabulista Fedro (4.22) relata una versión algo diferente protagonizada por Simónides, en la que el genial poeta lírico pierde todas sus riquezas en un naufragio pero, a diferencia de los marinos, no lo lamenta, pues lleva todas sus riquezas en sí mismo. Ello es rápidamente demostrado cuando los náufragos son ayudados por un rico habitante de una ciudad cercana, que, siendo un admirador de Simónides, vuelve a proveerlo de todo lo que había perdido.

Se trata de una de mis citas latinas preferidas. En ella vemos ilustrada la idea de la invulnerabilidad del sabio defendida por los estoicos. Nada malo puede sucederle, nunca puede verse perjudicado, pues sus bienes se encuentran en un plano que trasciende lo material. De la misma forma, como señala Séneca en su tratado De constantia sapientis, tampoco puede el sabio padecer afrenta o sufrir injuria.

Creo que se trata de un mensaje que conserva hoy plena relevancia. Vivimos en una sociedad consagrada al materialismo más absoluto, transformado a un mismo tiempo en religión, filosofía e ideología. De allí el malestar constante que genera en nuestra cultura la inevitable transitoriedad de lo tangible, que se hace siempre evidente por más que nos resistamos a verla. No poseemos nada. Antes que propietarios, somos usuarios o inquilinos. Todo lo nuestro será tarde o temprano de otro. Las únicas cosas que verdaderamente están bajo nuestro control son la sabiduría, el conocimiento, los valores y las habilidades que hemos adquirido.

Ese es nuestro único capital inalienable.

Fuentes:
http://crispencios.blogspot.com.es/2009/08/omnia-mea-mecum-porto.html

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