miércoles, 9 de mayo de 2012

LEYENDO "ADIÓS, SHANGHAI" DE ANGEL WAGENSTEIN




Dos músicos, el oboe y el corno, recogieron sus partituras, soplaron sus velas y salieron en silencio: es éste el rito cuando se interpreta la Sinfonía de los adioses de Haydn.

Pero, para su mayor sorpresa, detrás de los bastidores los esperaban varios soldados de las tropas de asalto, en uniforme, que agarraron sin contemplaciones a los músicos y los arrastraron afuera. Naturalmente, los dos intentaron oponer resistencia y comprender lo que pasaba, pero un jefe, vestido con pantalón bombacho y calzado con botas lustrosas, se puso sonriendo el índice ante los labios: «¡Chist, silencio, no perturbéis el concierto!». Y no hubo malicia en sus palabras, no, sólo una exhortación benévola, poco menos que amistosa. Al fin y al cabo, amiguitos, esto, comprendéis, no es una havra judía, sino una prestigiosa sala de conciertos, así que, como quien dice, no nos faltemos el respeto.

Sin quitar el arco de las cuerdas, Theodor Weissberg vio a través de las llamitas de las velas cómo detrás de los bastidores los mocetones de camisas pardas conducían a los dos músicos y echó una mirada perpleja al violinista a su lado.

También otros músicos habían advertido lo ocurrido porque una excitación leve, apenas perceptible, recorrió la orquesta. Pero el concierto continuó.
Les tocó el turno al contrabajo y al violonchelo.

Obviamente, los dos músicos ya adivinaban lo que les esperaba, pero el concierto es el concierto: cada uno de sus movimientos era seguido por el público silencioso, que no sospechaba nada. Recogieron sus partituras, soplaron sus velas y echando una mirada angustiosa e interrogante al concertino, salieron con pasos vacilantes del escenario.

Afuera, detrás de los bastidores, lo ocurrido a sus dos colegas se repitió de modo casi idéntico: «¡Chist, silencio, respetad a los compositores arios!».

El oficial de grado inferior se inclinó sobre la oreja de Lothar Hassler:

—¡Es escandaloso que todos esos músicos sean judíos!

—No, no todos. Algunos ni siquiera sospechan que tienen una abuela judía. No importa, ya lo sabrán pronto. Lo que es realmente escandaloso es cómo hemos permitido que Alemania se convierta en una sinagoga... Silencio, ya le toca a él...

El violinista Theodor Weissberg, calificado por la crítica musical de Europa y del otro lado del océano como uno de los virtuosos más dotados de Alemania, recogió su partitura, sopló su vela, la última, y salió con un andar algo rígido. Éste fue el final de la Sinfonía N.° 45 en Fa sostenido menor de Joseph Haydn, llamada «Los adioses». Después el escenario se sumió en la oscuridad.

Hubo un rato de silencio antes de que las arañas de cristal resplandecieran a plena intensidad y que en la sala estallaran los aplausos. Pero los músicos de la orquesta no acudieron para inclinarse.

Éste fue el último concierto de la Filarmónica de Dresde.

                                                                                          Capítulo 2 de "Adiós, Shanghai" de Angel Wagenstein.

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En el siguiente vídeo podéis ver un extracto del documental "Celebrando a Haydn" presentado por Peter Ustinov, donde además de escuchar la celebrada "Sinfonía del adiós" de Franz Joseph Haydn, el el gran actor explica la particular historia de la concepción de la obra y el porqué de su curiosa manera de ser representada en escena. No os lo perdáis!


A continuación, el 4º Movimiento completo y sin interrupciones...
 maravillosa ejecución y un gran sentido del humor, recuperando el sentido de la "performance" ideado por Haydn.

Espero que os guste y que sirva para completar la experiencia de la lectura!


1 comentario:

  1. Realmente maravilloso este movimiento de la sinfonía de los adioses y además dirigido por Daniel Barenboim, uno de los directores que mas me gustan; argentino de padres judíos; creo que has hecho una gran elección David, muy adecuada para este fragmento escalofriante, del libro que estamos leyendo. Para quien no lo sepa he de deciros que este director formo una escuela con el palestino ya fallecido, Edward Said. En esta escuela que se encuentra en Andalucía, se forman grandes maestros; es gratificante ver como la música sirve para que convivan en paz judíos y palestinos. Gracias David.
    María

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