Nace en leve manantial
De líquido puro y fresco,
Abandona su nevero
Sumergido en el azar.
Desciende de las montañas
Bajo el canto de los mirlos,
Si se enfurece, cascadas,
Si presume, remolinos.
No desea ser corriente,
Prefiere brazo de mar,
Inundar a salpicar,
La inmensidad a los peces.
Cuando se baña en tristeza
En algún dique se estanca,
Mas no dura, se decanta
Y persigue a su sirena.
Al aroma de la sal
Se desborda, se enloquece,
Convirtiendo al temporal
En una galerna en ciernes.
Desde la playa te miro
Como llegas imparable,
bravío, como el que sabe
Bueno, querido Enrique,
ResponderEliminar¿qué te puedo decir?
Cada vez encuentro menos
palabras,
para aplaudirte.
Te felicito.
Manuel
Amigo Enrique; eres una fuente inagotable de poesía, y es increíble, como llegas al fondo del alma para crear esa urdimbre,de sentimientos.
ResponderEliminarCon todo mi cariño y admiración.
María