miércoles, 18 de abril de 2012

ESTUDIO CYRANO IV. LA OBRA, ANALISIS Y ADAPTACIONES.



CYRANO DE BERGERAC  es un drama poético de capa y espada, realista y también romántico, y es muy notable, aparte de sus otras cualidades estéticas y de su tremendo y persistente éxito, por su magnífica pintura de la vida del París del siglo XVII, bajo Luis XIII, ambiente de espadachines violentos y lánguidas «preciosas ridículas», que Rostand conocía muy bien. Es, al mismo tiempo, una obra curiosamente moderna para 1900.

Por aquel entonces el drama en verso y el estilo de capa y espada pasaban por estar moribundos, y el romanticismo poco menos que extinto.
En aquel París triunfaba el teatro realista, y también tenían éxito obras poéticas y simbolistas; y comenzaban a aparecer en sus escenarios los primeros rusos y escandinavos, sobre todo Ibsen. Había colas ante La vuelta al mundo en ochenta días, y no faltaban melodramas y obras históricas, como La juventud de Luis XIV, de Alejandro Dumas.

CYRANO DE BERGERAC fue escrito a petición del famoso actor Coquelin, cuyo hermano menor, Arnest- Alexandre-Honoré (1848-1909), llamado Coquelin cadet, estaba trabajando entonces en La Princesse Lointaine.

"Coquelin"
Constantin BenoÎt Coquelin (1841-1900), llamado aîné para distinguirse de su hermano, fue uno de los grandes actores de su época; entonces estaba al final de su carrera y quería cerrarla con un broche de oro, que Rostand, obsesionado desde muy joven, según confesión propia, por la figura de Cyrano de Bergerac, le dio de forma inesperadamente memorable. Tan inesperado fue el éxito de CYRANO DE BERGERAC que había faltado dinero para su financiación y Coquelin tuvo que aportar de su propio bolsillo; en uno de los ensayos, Rostand, sombrío, se echó en brazos de Coquelin, diciéndole: «¡Ay, amigo mío, en qué lío tan grande le he metido a usted!»

Rostand escribió CYRANO DE BERGERAC en constante contacto con Coquelin, que exigía más y más papel, y acabó absorbiendo parte de otros papeles; a punto estuvo de desequilibrar la obra con un peligroso exceso de protagonismo.

Rostand comenzó a escribir CYRANO DE BERGERAC en “Luchon”, a donde iba con frecuencia con su familia siendo niño, y también en su juventud, en el número 7 del actual “Boulevard Edmond Rostand”, y lo terminó en el número 2 de la calle de “Fortuny”, en París, donde vivió entre 1891 y 1897.

La obra se representó en el “Teatro de la Porte Saint-Martin”, situado en el número 18 del “Boulevard Saint-Martin”, incendiado y reconstruido en 1873, donde habían estrenado Victor Hugo y Alejandro Dumas y se habían librado grandes batallas románticas, y donde Sarah Bernhardt y Coquelin aîné crearon, respectivamente, los papeles de Cyrano y Chantecler.

Coquelin aîné actuó luego con Sarah Bernhardt en L'Aiglon. Los hermanos Coquelin habían trabajado largos años en la “Comédie Française”; el mayor, el más famoso de ambos y el único que llegó a alcanzar verdadera grandeza en su arte, era muy conocido en toda Europa, sobre todo en Londres, y en nuestra  literatura de la época se le menciona con frecuencia, en competición con Talma, como paradigma de actores.

El primer acto de CYRANO DE BERGERAC, el más eficaz de la obra por su movimiento y color, representa una velada en el teatro del “Hôtel de Bourgogne”, un teatro dentro de un teatro, y en él hace su aparición un imaginario señor de Bergerac, caballero gascón de corazón noble bajo su grotesco aspecto narigudo.
De este teatro aún subsiste, entre la calle “Etienne-Marcel” y la calle “Française”, una torre medieval llamada de Jean Sans Peur. La entrada del teatro estaba en la calle Tiquetonne. Vendido en 1543 y destruido en parte, los cofrades de la Pasión se instalaron allí y, a partir de 1548, dejaron de representar misterios religiosos para dedicarse a las obras profanas. Allí actuaron, entre otros actores famosos, Gros-Guillaume, Gaultier-Garguille, Turlupin, Montfleury, Bellerose  y Jodelet.

Este Cyrano de Bergerac literario es un elocuente hombre de acción que, paradójicamente, se vuelve todo elocuencia e inactividad y no sólo derrocha abnegación para ayudar al barón de Neuvillette a conquistar a la dama Roxana con su ingenio y su elocuencia, sino también para mantener vivo en el corazón de ésta el recuerdo del barón muerto, casi su esposo in extremis.

**********

                          ¿Un juicio sobre CYRANO DE BERGERAC?


Plumas más sonadas que la mía lo han intentado, con menguado éxito. Es muy difícil juzgar un mito.
El crítico alemán Georg Hauptmann dijo a este propósito: «Sería como juzgar Lili Marlene o La Marsellesa. Ante su perennidad como obra teatral no nos queda más remedio que aceptar que es una obra de arte tan por encima de la crítica como la Venus de Milo o la Victoria de Samotracia, que se ríen de sus detractores. Sólo si fuera posible juzgarla al margen de su éxito de masas —remata Hauptmann— cabría examinarla fríamente, sin riesgo de ser acusado de parcialidad.»
Mutatis mutandis, añado yo, como el Don Juan Tenorio de Zorrilla.

Louis Aragón observa: «Para juzgar el Cyrano de Rostand hay que ser francés; y, aun así...»


ADAPTACIONES 

Han compuesto óperas sobre el CYRANO de Rostand:

Walter Damrosch, norteamericano, estrenada en “Metropolitan Opera House” de Nueva York el 27 de febrero de 1913, con libreto de William J. Henderson. Damrosch, alemán de nacimiento e hijo del compositor Leopold Damrosch, murió en Nueva York en 1950 y se le recuerda más que nada como director de orquesta y profesor de música.

Franco Alfano, estrenada en la “Ópera de Roma” el 22 de enero de 1963. Alfano, napolitano, nació en 1876 y fue el que terminó la obra incompleta de Puccini Turandot. Su obra es rotundamente operática, de gran riqueza melódica y deslumbrante pericia orquestal, y tiende siempre al bel canto, evitando los recitativos.

El estoniano Eino Tamberg, estrenada en 1974.

Paul Danblon, belga, estrenada en el festival de Lieja, en mayo de 1980.


Una pequeña muestra con varios fragmentos de la opera, con Placido Domingo en el papel de Cyrano:




                                     
La filmografía de CYRANO DE BERGERAC no ha sido hasta ahora ni rica ni demasiado brillante, salvo alguna excepción:


Una película muda de Augusto Genina, con Pierre Magnier (1923).


Una francesa, de F. Rives, con Claude Dauphin (1945).


Una norteamericana, de Michael Gordon, con José Ferrer (1950).
Nos detenemos en esta última por ser una de las más importantes,  José Ferrer ganó el premio de la Academia (Academy Award) por este papel, que antes había creado en Broadway. Es un Cyrano recio y lleno de impresionante aplomo. 

A continuación una muestra de la estupenda interpretación de José Ferrer en una de las escenas mas celebradas,el "monologo de la nariz" :



En 1964 el actor puertorriqueño repitió la suerte en la curiosa coproducción franco-italiana Cyrano et d'Artagnan, con guión de Abel Gance, quien, escribiéndolo, «evocó sus sueños de escolar, cuando la voz deslumbrante de Coquelin recitaba las parrafadas de Edmond Rostand que atraían a las muchedumbres al teatro de la Porte Saint- Martin».
Abel Gance, director de cine francés, muerto a los noventa y un años en 1981, es el autor del gran tríptico cinematográfico Napoleón (1927); «prácticamente un compendio de toda la gramática técnica del cine mudo, Napoleón contiene todo cuanto se sabía entonces sobre cinematografía y mucho más», afirma Ephraim Katz.



En 1987, Fred Schepisi  realizó ROXANNE, adaptación moderna del clásico de Edmond Rostand, Cyrano de Bergerac, contextualizada en la época actual.

Esta cuenta la historia de C.D. Bales (Steve Martin), jefe de bomberos de una pequeña población, es un poeta frustrado que no ha tenido suerte ni con la literatura ni con las mujeres. En el caso de las mujeres, el problema es su enorme nariz. A pesar de ello, no tiene complejos y trata de conquistar a Roxanne (Daryl Hannah), una estudiante de astronomía que prepara su tesis. Pero ella se siente atraída por otro bombero, Chris McDonell (Rick Rossovich), tan guapo como torpe con las palabras. 

La última versión cinematográfica del CYRANO es francesa, de 1990, y promete ser una excepción, ya que toca más resortes que los puramente cinematográficos, al mostrar, junto con una alta calidad de actuación y color, una gran precisión de detalles y ambientación, fruto de excepcional sensibilidad histórica por parte del director, Jean- Paul Rappeneau. Está, además, declamada, más que hablada, lo que da a la obra una hieraticidad que sería muy poco cinematográfica si esta película no se lanzara descaradamente desde su comienzo mismo a matizarse de teatralidad sin por eso desaprovechar las ventajas que le brinda el cine. La principal de éstas consiste en permitir a la acción salirse del estrecho marco físico de sus cinco actos sin abandonar en ningún momento el cauce que impone a sus personajes una acción eminentemente teatral.

Gerard Depardieu es un Cyrano más creíble que José Ferrer: igual de teatral, pero menos espectacular; y Anne Broche, en el papel de Roxana, es un camafeo cuya intemporalidad es muy de su tiempo: un camafeo que saliera de su marco para andar con pasos medidos por un instante eterno.

Orson Welles concibió la idea de adaptar de nuevo al cine la obra de Rostand, también con José Ferrer, y el que no la llevara a cabo es probablemente el único fracaso de una obra que, en su ya larga historia, no ha tenido más que éxitos.


Se quedan en el tintero muchas mas adaptaciones de todo tipo, pero como muestra podemos considerar las anteriores como las mas importantes.


BIBLIOGRAFIA

Existe un buen libro sobre Edmond Rostand:
Les Rostand, por M. Migeo, Stoch, París, 1964.

Sobre Cyrano de Bergerac:
Cyrano de Bergerac, por G. Mongrédien, Berger- Levrault, París, 1964.




Fuentes: 
http://es.wikipedia.org
http://www.imdb.com/
Prologo de Jesús Pardo para la edición del Centenario de Ed.Espasa.

1 comentario: